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miércoles, 26 de junio de 2013

Fisicoculturismo: Los esteroides anabólicos en la era de Arnold (Segunda parte)


En la época en que se lanzó el Mr. Olympia, la comunidad del físicoculturismo ya tenía bastante experiencia con los esteroides anabólicos (AAS) y buscaba versiones más potentes.

A pesar de que no está claro quién fue el primero en combinar diferentes tipos de esteroides, la práctica emergió en algún punto de esa era. Inyectarse AAS se volvió algo común, principalmente con el consentimiento de prácticas médicas más permisivas.

Un hombre que nunca alcanzó la fama habló sobre los “días de clínica” en los que un grupo de físicoculturistas (incluyendo algunas leyendas) se reunían en el consultorio médico, se bajaban los pantalones y recibían una inyección de testosterona todas las semanas. Los AAS orales continuaron dominando, se vendían abiertamente en los gimnasios, eran muy económicos y accesibles. Obviamente el físicoculturismo era un deporte alternativo en esa época y el público en general no tenía idea de lo que estaba sucediendo.

Dentro de Estados Unidos, y en otros países, el Durabolin ganaba adeptos, mezclándolo con Dianabol o Turinabol. Nuevamente esto trajo como resultado un look blando, producto de la retención de líquido. Sin embargo la masa y la fuerza continuaban en ascenso. El Mr. Olympia fue una competencia de tamaño en sus primeros eventos; los primeros participantes eran grandes, pero blandos.

No fue hasta que Arnold ganó el título en 1970 que los participantes comenzaron a desarrollar la definición vista en décadas posteriores. Ésta debe haber sido la era en la que el “corte” de AAS comenzó a ser popular en los ciclos de precompeticiones.

Drogas como Winstrol, Anavar y Primobolan se hicieron populares, pues daban una apariencia dura y seca que acentuaba a la musculatura de los físicoculturistas, a pesar de que eran menos efectivas en promover la masa y la fuerza. El uso de diuréticos comenzó a ser común en el deporte. La droga Aldactona era popular al final de los 70’s.

Algunos pueden cuestionar las dosis, pero hay que recordar que el uso de esteroides precedió a inhibidores de aromatasa efectivos. Dada la propensión a la ginecomastia con dosis extremadamente altas de Dianabol, se podría esperar ver “senos” en los físicoculturistas de esa época que practicaban ciclos de largas duración o grandes dosis, pero es muy raro.

Arnold, el atleta más fotografiado de esa época, nunca tuvo ginecomastia. Esto puede deberse a factores genéticos, el mantenimiento de bajos niveles de grasa o al uso de AAS no aromatizables en sus combianciones. El Cytadren estaba disponible, pero no se sabe si formaba parte del formulario del físicoculturismo.

Se ha mencionado que un número de hombres entre 1960 y 1970 murieron muy jóvenes debido al uso de esteroides anabólicos, pues llevaban las dosis a niveles tóxicos con la intención de igualar a Arnold y otros campeones.

Esto no se ha documentado en la literatura médica, tal vez debido a la falta de reconocimiento en esa comunidad. No era extraño oír hablar de infartos en hombres jóvenes o problemas hepáticos. Se sabe que algunas personas usaban más de 50 miligramos diarios de AAS.

Un ejemplo específico de un ex Mr. Olympia detalla la progresión de una dosis extremadamente baja de Durabolin (25 mg por semana, elevada a 50 mg por semana en el segundo ciclo); estas inyecciones costaban 75 dólares cada una. Luego le añadía Dinabol y Anavar a la combinación, mejorando su físico.

Los ciclos eran breves comparado a las prácticas de “no parar nunca” usadas por algunos Pros. La duración divulgada era de un par de semanas.

Para 1975 ya se sabía que había una relación entre la dosis de AAS y la hipertrofia muscular. El deporte había crecido, el Mr. Olympia contaba con más de una docena de participantes comparado con los pocos que participaban al comienzo. El documental “Pumping Iron” muestra el incremento en la masa de los competidores.

Arnold ya no empequeñecía la competición. Mike Katz y Lou Ferrigno rivalizaban con Schwarzenegger en estatura y masa, y los demás competidores parecían ser casi tan gruesos.

Para 1980 los finalistas eran iguales a Arnold, quien ganó el título ese año en una reñida contienda. Hay rumores de que se usaba hormona de crecimiento, así como insulina para promover ganancias en tamaño. Si bien la insulina era más fácil de ser adquirida, la hormona de crecimiento humana era muy rara y su precio inaccesible. Esto precede la era del desarrollo de la tecnología recombinante, haciendo de la extracción la única fuente del material.

En otras palabras, la hormona de crecimiento humana en 1980 venía de cadáveres, de muertos. Puede que una o dos personas hayan tenido acceso a la hormona de crecimiento de un cadáver, pero no era una práctica común. La hormona tiroidea, los diuréticos y otras drogas eran usados. Esa época fue el pico del abuso de la cocaína y las anfetaminas.

Tristemente algunos atletas se hicieron dependientes a estas drogas, alejándolos de conquistar su potencial. Los ciclos presentados al final de esta era se acercan a las dosis que reportan los Pros de la actualidad. Obviamente, tienen acceso a una amplia variedad de complementos y una dependencia menor a los orales.

Como lo reportó un caballero que fue finalista en varios Mr. Olympia:

1,500 mg de Deca-Durabolin por semana, junto a 3 tabletas diarias de Dinabol y una cantidad indefinida de Winstrol y Primobolan.

Otros comenzaron a enfocarse en la disminución del uso de drogas, lo que llevó a una diversidad de tipos de cuerpos en los escenarios durante esa época.

Los esteroides anabólicos han formado parte del físicoculturismo desde finales de la década de los 50. Si bien muchas historias se han perdido con el pasar del tiempo y algunos individuos rehúsan discutir ese asunto, parece que casi todos los físicos promovidos por la industria se basaban en los AAS al pico de su carrera.

¿Es el reflejo de las exigencias inhumanas que hacían los jueces sobre el físico de los competidores? Posiblemente. Lo que está claro es que el uso de AAS evolucionó junto al entendimiento médico de estas drogas.

La naturaleza competitiva del culturismo no ha cambiado desde aquella época hasta nuestros días. La “era de Oro” pudo empañarse un poco por el conocimiento, en realidad muestra que las mismas personalidades que alcanzaron el éxito son las que lo obtienen hoy día.

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